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El director Antimafia italiano dijo que se requiere de organización y una amplia base de datos para combatir el crimen organizado y el lavado de dinero; el experto disertó en el Congreso y sugirió compartir la información.


Federico Cafiero de Raho es el director Antimafia de Italia, un país con larga tradición en la lucha contra el crimen organizado. Aunque durante los cuatro días que visitó la Argentina estuvo casi siempre dentro del Congreso, el funcionario italiano estuvo escoltado por varios miembros de la fuerza de seguridad de su país, incluso durante la entrevista que le concedió a LA NACION. Las pocas veces que se movió por Buenos Aires fue a bordo de autos blindados.

Cafiero De Raho, de 67 años, tomó la máxima responsabilidad en el combate a las mafias en 2017 después de una larga trayectoria como procurador, tanto en su Nápoles natal como en la región de Reggio Calabria, la cuna de la mafia Ndrangheta. Se enfrenta a diario con la adrenalina del crimen organizado, pero se entusiasma como nunca cuando explica cómo funciona la base de datos que acumula todos los crímenes de los mafiosos italianos. Mueve las manos como si fueran un bolillero en el que nunca deja de ingresar información sensible.

"El gran problema de la Argentina es que la Nación y las provincias no comparten un sistema de información en común sobre las mafias", sintetizó el funcionario italiano, que llegó al país para participar del Seminario Antimafia Ítalo-Argentino impulsado por el diputado nacional Fernando Iglesias (Cambiemos).


-¿Cómo se enfrenta a las mafias?

-Las mafias se combaten, sobre todo, con organización. En Italia creamos la Dirección General Antimafia, que coordina la información de los 26 distritos que cubren todo el país. Esto le da impulso al combate del crimen organizado porque a esa estructura se suman distintas fuerzas de seguridad como los Carabinieri y una Policía Judicial, que está muy bien formada y se encarga de buena parte de las investigaciones.


-¿En qué situación está la Argentina?

-Están trabajando mucho, pero sin duda queda mucho por hacer. De hecho, tenemos investigaciones en común entre Italia y la Argentina. El problema es que tienen un territorio muy amplio y en Latinoamérica existen muchas bandas criminales que tienen muy claro cómo camuflar sus ganancias para ingresarlas en la economía formal, lo que genera una dificultad para combatirlas.


-¿Existen operaciones o nexos de la mafia italiana en la Argentina?

-Lo único que puedo decir es que hay actualmente investigaciones que se están desarrollando en Italia sobre mafias que actúan en la Argentina y otros países de la región.


-¿Qué podría copiar nuestro país del modelo italiano?

-El gran problema de la Argentina es que la Nación y las provincias no comparten un sistema de información en común sobre las mafias. No existe un órgano que centralice la información y coordine las políticas sobre las bandas criminales. Este país tiene un territorio muy grande, entonces no es posible ver todo desde Buenos Aires y tampoco es posible que las provincias combatan sus mafias sin saber qué conexiones tienen estas en Buenos Aires y sin apoyo del Estado central.


-Pero para eso hace falta voluntad política de las partes...

-La política debe quedar de lado en el combate a las mafias. Las autoridades tienen que estar conectadas porque las organizaciones mafiosas no operan solo en una provincia de la Argentina, sino en varias y al mismo tiempo.


-¿Cómo lo hacen en Italia?

-La Dirección Antimafia acumula una base de datos con la información de todos los distritos. Los fiscales de las 26 provincias tienen la obligación de enviar todo sus datos apenas comienza una investigación para ponerme en conocimiento. Esto pasa todos los días. Esta base de datos existe desde 1992 y guarda todos los procedimientos antimafia.


-¿Es posible aplicar eso aquí?

-Sí, claro. En la Argentina sería muy importante unificar todos los datos para crear un sistema parecido para que cada fiscal local pueda saber lo que pasa sobre los mafiosos y pueda informar -sin brindar datos secretos- lo que está investigando, y así relacionarse con otros fiscales del país. Cuando hay más de uno que trabaja sobre la misma banda, la Dirección Antimafia interviene para ponerlos en contacto y, si las partes están de acuerdo, coordinar la investigación.


-¿Qué ocurre cuando funcionarios o integrantes del Poder Judicial son cómplices de la mafia?

-Se tienen que tomar medidas de prueba rápidas. Si hay sospechas sobre un juez, por ejemplo, tiene que ser cambiado de distrito mientras se lo investiga. Es preferible hacer pública la investigación cuanto antes para que la sociedad pueda controlar que las medidas que se toman son las correctas. Lo mismo cuando son parlamentarios con fueros: hay que avanzar lo máximo que se pueda rápidamente.


-¿Cuáles son las ventajas de contar con un sistema acusatorio en el que la investigación queda en manos de los fiscales?

-Hasta 1989 nosotros teníamos el mismo sistema que la Argentina, cuya cabeza son los jueces. Teníamos miedo de cambiar el modo de trabajar, pero nos dimos cuenta de que trabajamos mejor con este nuevo sistema. De esta manera, los fiscales pueden decir cuándo y cómo hacer públicas las investigaciones, pero pueden avanzar con la producción de prueba en secreto, que es una gran ventaja.


-¿Qué rol cumplen los servicios de inteligencia en la lucha contra las mafias?

-La Dirección Antimafia no usa servicios de inteligencia. Tampoco mantiene relaciones de trabajo con el Servicio de Inteligencia italiano. Nunca se les puede asignar tareas porque son áreas totalmente separadas. Trabajamos directamente con una policía judicial, que se encarga por ejemplo de realizar intervenciones telefónicas y trabajos de campo.

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